Por Jesus Lopez
Pumas afrontó el juego contra los Bravos de Juárez con más orgullo que otra cosa, el equipo llegó eliminado así que sólo le quedó mostrar la mejor versión posible en la frontera. Lamentablemente se sumó otro descalabro, pero el arbitraje también afectó a la causa felina.
El silbante Daniel Quintero salió localista y el ejemplo más claro fue un penal que no le marcó a Universidad Nacional a pesar de que en las repeticiones se vio una infracción evidente. El silbante cobró 40 mil pesos por este partido en el que afectó a los auriazules.
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Eduardo Salvio mandó un gran centro para que Juan Ignacio Dinenno empujara el balón a las redes. El centro fue cortado por un zaguero, sin embargo, el silbante se quedó mirando el balón y no vio el fuerte puñetazo que Alfredo Talavera le dio en la cara al Comandante.
Pasaron los minutos y el VAR nunca mandó llamar al árbitro, así que el juego continuó con la injusticia. El partido se encontraba 2-1, de haber marcado ese penal la historia habría cambiado, no lo hizo y al final el conjunto del Pedregal terminó con otro descalabro.
El descalabro contra los Bravos pudo ser el último juego de Andrés Lillini, el director técnico de los felinos fue incapaz de meter a Pumas al repechaje a pesar del trabuco que le construyeron. El arbitraje favoreció a los fronterizos en este último partido, pero en el resto del certamen no hizo su trabajo.
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